Cuando un perro aulla en medio de un bosque, el bosque mismo lo contempla. Las hojas tienen un acuerdo tácito para suspender sus suicidios desde las copas de los árboles, los pájaros detienen sus vuelos y las liebres aguantan la respiración. Todo queda en silencio mientras el sonido viaja y se queda en los más tupidos recovecos, entre los helechos, debajo de las piedras, sobre el rocío de las flores. Pero ¿qué pasa cuando un perro aulla en medio de una ciudad? Jack lo sabe muy bien. Digamos que se llama Jack, pero podría ser Sasha o Patán, tener patas extensas y cuerpo fornido cubierto de pelos cortos color plomo, las orejas anchas y largas, los ojos grandes a veces grises, a veces azules; también podría llamarse Bombón o Firulais, ser bajito, corto y delgado, con crespos blancos enmarañados sobre la piel pálida, con los ojos achinados rodeados de una mancha mugre y viscosa. No importa, tiene poca relevancia cómo se ve. Lo más importante de Jack es que le aulla a una ciudad que no lo escucha, quizás porque lo hace para acompañar las sirenas de los bomberos, sólo para eso. Jack no le encuentra sentido a ladrarle a la soledad en la que lo dejan sus dueños todo el día, ni al ruido de los buses frenando bruscamente sobre el asfalto casi infinito. Jack -o Sasha o Patán, Bombón o Firulais, quién sabe quién- lanza alaridos al aire cada vez que el estruendo del rescate se asoma a sus oídos. Pero la ciudad no es un bosque que detiene todo su ritmo para contemplarlo. La ciudad sigue: se cruzan puentes, se miran tiendas, se firman contratos, se elevan muros, se grita, se compran fideos, se folla, se rompen acuerdos, se corre, se lee, se guardan silencios, se botan cachivaches, se comen galletas, se cortan uñas, se dan besos, se venden simulacros, se hacen millones de transacciones. Casi 6 mil seres -humanos, dicen- no dejan de respirar, no suspenden sus vuelos y menos sus suicidios porque un perro aulle, aunque ese perro sea Jack.
*Texto realizado durante en la edición 2019 del taller El arte de contar bien una historia, dictado por la periodista y escritora Mireya Tabuas.