Pedro Farias-Nardi

Photojournalist
    
¿Qué es vender una imagen?
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¿Qué es vender una imagen?
pedro farias-nardi
Apr 10, 2020

... así como los principios del capitalismo industrial movieron  el foco de la existencia del ser al tener, la cultura postindustrial ha movido ese foco de tener a mostrarse. El espectáculo no es una colección de imágenes, sino una relación social entre personas, mediada por imágenes.

         Guy Debord


El mundo se esta cayendo a pedazos y personas como (Ansel) Adams y (Edward) Weston están fotografiando rocas.

Henri Cartier-Bresson


 El tremendo desarrollo del fotoperiodismo no ha contribuido prácticamente nada a la revelación de la verdad sobre las condiciones en este mundo. Por el contrario, la fotografía, en manos de la burguesía, se ha convertido en un arma terrible contra la verdad. La gran cantidad de material ilustrado que la prensa arroja diariamente y que parece tener el carácter de verdad solo sirve para ocultar los hechos. La cámara es tan capaz de mentir como la máquina de escribir.

Bertolt Brecht


¿Qué es vender una imagen? 
Las respuestas a esta interrogante podrían ser múltiples, como múltiples son las percepciones de nuestras realidades. Sin embargo, no es ocioso dejar algunas ideas desde mi lente- el cual es una relación con mi alma-sociedad-espacio-tiempo: es decir, mi percepción de la realidad y del mundo que habito - ¿habitamos? Creo que plural es lo correcto. 
En esta era digital la cual es: +JPEG mazo de imágenes ciegas, superando las imágenes de la época de la reproducción mecánica, como  nos hablaba Barthes, contamos con un universo de imágenes destinadas a un público que lo que espera es más de lo mismo, la interpretación fácil y cómoda de una realidad anhelada, inventada.  Lo que hoy aceptamos como fotografía no es lo que significaba antes, hoy es poco común encontrar ese compromiso sujeto-tiempo-espacio-medio-sociedad, de re-presentar un instante/evento del cual el fotógrafo es testigo o transmisor de problemáticas sociales el cual es un discurso obsoleto hoy en día.
Hoy, a lo que llamamos imagen, aparece diagnosticada como una rutina que invade el espacio privado de una manera desmedida, cual vitrina a la vista de los transeúntes más diversos. Es como una tira de imágenes desnudas, muchas veces, sin alma ni sustancia.  Casi siempre parecen figurines de revistas de vanidades, cenas, desayunos, selfies, sitios reales o deseados, lucir ciertas compañías, etc. Casi todos son individuos que ameritan dedos arriba, pues esas compañías que muchos requieren precisan de una condición especial, no pueden ser seres invisibles o no reconocidos, es la era de lo irreal convertido en norma.  Esto incluye desde hacer fotos de una boda, ciertas festividades u ofrecer miles de fotos por un precio establecido, por lo que ser fotógrafo, para muchos, es lo opuesto a: mirada+ sentir+ sudar+ caminar+ responsabilidad al medio+ mucho re-pasar/re-ver.  Puede convertirse para muchos en una serie de pixeles cotizados y subastados por libras. Acá sale a flote ese concepto de Dayrate, es decir te pagan por día, cual Fordismo del click, símbolo perfecto de esta glotonería producto del post-capitalismo y replicantes en las redes.  Si eres artista equivale a dos dedos arriba por personas muy leídas en teorías del arte occidental (eurocéntrico), intelectuales, ¿alguien leyó Gramsci y su concepto del intelectual orgánico y se lo plantea en nuestro patio y el medio que usamos? Muchas interrogantes, comentarios, pero la idea es ir al pasado y traerlo al presente, realizar un viaje por la imagen, pero no cualquier imagen, no cualquier historia.  De los que vienen a la cabeza fue Silvano Lora, pero el tema de este ensayo es la tarjeta de visita de Sojourner Thruth, más que un respiro, un símbolo arqueológico en la fotografía de lo perdido y de la ignorancia del medio; pues si usted hace click –privando en serio o fotógrafo- debe tener un compromiso con el medio, sujeto y sociedad.
Las tarjetas de visitas fueron un invento que popularizó el consumo de la imagen fotográfica realizado por André Eugene Disdéri  -alrededor de 1854.  Disdéri inventó una cámara con 4 lentes que plasmaba la misma imagen (2 x 4 pulgadas) en un negativo de cristal, el cual se imprimía  en albumina, luego fijadas en un material más grueso para soporte. Se popularizaron, pues los estudios sacaban provechos de la impresión y el sujeto de poder tener varias imágenes para representarse o dar a familiares.  Algunas se hicieron famosas y eran producto de compra del público, algo similar a las postales que comprábamos de peloteros.
Me encuentro con la tarjeta de Sojourner Thruth que tenía estampado en la imagen y logró venderse bastante:

I Sell the Shadow to Support the Substance.

(Vendo la sombra para apoyar la sustancia).


¿Pero quién fue esta mujer? ¿Qué de interesante puede ser que le dediquemos estos análisis? ¿Qué utilidad podría tener tales razonamientos en un discurso contemporáneo? Me aventuro a creer que mucho, y que la historia, más que su valor cognitivo, precisa tener un valor utilitario, que nos permita re-construirnos cada vez.


Sojourner Thruth fue vendida como esclava a finales del siglo XIX, probablemente en 1797, bajo el nombre de Isabella Baumfree. Su primer idioma es holandés.  Como era común en estas personas no poseía instrucción. Por las fuentes consultadas todo parece indicar que tenía 13 años cuando fue vendida, con lo cual fue separada de su familia por US$ 100.00.

Llegó a ser madre de 5 hijos, uno de los cuales murió. Fue separada de su cónyuge por el régimen esclavista. Otro dato que grafica su existencia es el hecho de que debido a las duras condiciones de trabajo perdió un dedo en un accidente en el campo.

A los 30 años escapó de aquella vida cruel, luego de hilar 100 libras de algodón y exigir paga, lo cual le fue negado. 

En un acto de re-invención – y valor- decide llamarse Sojouerner Truth, que significa la Verdad Peregrina. Esto ocurrió a los 46 años.

Llama la atención en esta gran mujer que se trazó un camino de superación y lucha. Escribió su biografía con la ayuda de otras 2 mujeres, la cual publicó a crédito y tal texto pudo reimprimirse luego  en 1875, 1878, y 1888.

Su compromiso no solo fue social, sino político. Muestra de ello es que hizo campaña contra la esclavitud y por la liberación de muchos esclavos.  Fue pionera en la lucha por el sufragio femenino. Intentó votar varias veces pero le fue negado este derecho.

Su andar y su lucha la llevaron ante sus gobernantes. Tal es así que visitó la Casa Blanca, en la cual fue recibida por Abraham Lincoln. Tuvo la osadía de mostrarle una Biblia obsequiada a él por gente de color, es decir negros.

Se hizo por lo menos 11 tarjetas de visita diferentes, las cuales vendía para conseguir dinero para liberar esclavos, y fueron muy bien aceptadas. La muerte la alcanzó en 1883.

Su discurso de I ain’t a woman, es… un parte aguas y en gran medida muy adelantado a los tiempos que le correspondió vivir, al igual que su uso de la nueva tecnología fotográfica de las tarjetas.


Lo interesante de sus tarjetas de visita es, entre otros aspectos, la pose. Ella escoge “vender su imagen”. Así se puede observar su figura unas veces sentada, tejiendo, siempre bien vestida, altiva y con gran elección de los detalles; en otras está de pie; muy distinta el estereotipo de mujer negra.

Muchas llevan el mensaje de: I Sell the Shadow to Support the Substance”. (Yo Vendo la Sombra para Apoyar la Substancia).

El usar Yo Vendo, le da inmediatamente propiedad de la imagen, con lo cual si ella la vende, es la dueña y a la vez encarrila la venta de la imagen como un producto comercial.

Las palabras sustancia y sombra eran usadas en la época tanto como metáforas de la fotografías y de la esclavitud.  La sombra era asociada por el movimiento anti esclavista para eliminar la esclavitud, y en la fotografía se capturaba parte de la persona (el espejo con memoria, sombra).  Se pudiera decir que ella se dio cuenta del valor de su imagen, y aprovechó el medio para emitir un llamado (a diferencia de las redes de hoy que la mayoría de imágenes son en extremo yoístas, o mi entorno pequeño o de realidades imaginadas o distorsionadas no del ser, sino del querer ser y en muchos casos réplicas de lo que pasa en los países del llamado primer –modelo-mundista) y a la vez crea un valor comercial a su imagen. 


Su mensaje hoy día, casi tan antiguo como la fijación de imágenes en papel debe llamar a reflexión –al menos en mi persona lo hace- en el uso de la imagen (más la nuestra). Es esencial entender a quién vendemos (y a quién permitimos acompañarnos en esas selfies). Es también necesario preguntarnos ¿qué parte de nosotros subastamos en la arena del circo de imágenes de las redes por el valor de dedo arriba o abajo cual Circo Romano? ¿Cómo y a quién vendemos nuestro trabajo fotográfico? ¿A quién les obsequiamos like sinceramente? Estas reflexiones pudieran parecer anacrónicas, si tenemos en cuenta que una gran mayoría se deja arrastrar por esa corriente modernista de imágenes vacías, sin embargo, la historia podría pasarnos la cuenta. ¿Qué dejaríamos al futuro? ¿Qué historias estaríamos autentificando? Por supuesto, mis criterios son una parte de la realidad, de mi realidad, de la que observo y siento desde el compromiso y desde el arte. No obstante reconozco que es otra era y hasta pudiera suponerse que mis criterios son irracionales o utópicos. Pero, la historia siempre nos dejará sus verdades, sus enseñanzas, como las dejó esta mujer en sus imágenes.

No ha faltado en conversaciones con amigos y colegas aquel consejo de que “hay que ponerse al día”. Traducir esta recomendación puede llevarme a otro ensayo, no obstante, lo que podemos entender por estar “actualizados” no siempre genera conocimiento, autenticidad o calidad. 

Sin embargo, creo sinceramente en el valor del arte como lenguaje universal, como fuente para la historia de nuestras naciones, de nuestra gente, de esta dimensión que habitamos. El arte, si es verdadero, perdurará, no tengo la menor duda. 


Es por ello que siento que en esta mujer, más allá de esa necesidad de sobrevivir, ganar algo de dinero, estaba cierto compromiso con su realidad, y tal vez sin saberlo, con el arte. 

Pero, ¿qué conocemos de esta mujer iletrada? Una mujer para la cual, -como decía Cartier-Bresson- la fotografía eran sus vivencias.  No creo sea muy conocida y mucho menos si les comento que logró vender su imagen e impulsar una causa a partir de ese trabajo fotográfico. 

De esa manera, Sojourner Thruth rompió con el estereotipo del esclavo y mujer de la época.  En sus imágenes se le observa regia, distinguida, realizada, segura, dueña de su condición, orgullosa de ser mujer. Me atrevo a decir que en cierta medida se hace “ciudadana de la imagen”, en una época que pocos afro-americanos podían hacerlo, y menos las mujeres. Creo que es el valor de lo que antes llamábamos fotografía. Lo llamativo es que ya está en las redes, así que será más difícil que sea silenciada su historia.


Como parte de su testimonio de vida, considero oportuno que nos acerquemos a su figura a través de sus palabras, no solo de sus imágenes. Queda mucho por investigar, pero si al menos he logrado despertar el interés en esta mujer, ya se ha comenzado a andar en un camino necesario y reivindicador.


A continuación algunos de sus textos:


 
El Señor me dio el nombre de Peregrina , porque yo debía viajar y descender por la tierra, mostrándole a la gente sus pecados y ser una señal para ellos. Después, le dije al Señor que quería otro nombre porque todos los demás tenían dos nombres, y el Señor me dio 'Verdad', porque debía declarar la verdad a la gente.


Los dueños de esclavos son terribles por prometerte darte esto o aquello, o tal y tal privilegio, si lo haces así y así, y cuando llegue el momento del cumplimiento, y uno reclame la promesa, ellos, por lo demás, no recuerdan nada del tipo; y eres, como no, burlado de ser un mentiroso.


 
Cuando obtuve la religión, encontré algo de trabajo que hacer para beneficiar a alguien.


 
La religión sin humanidad es un ser humano muy pobre.


Cada una de estas palabras son un testimonio de fe, de vida y de un marcado compromiso social. Una mujer que desde su condición de negra, esclava, iletrada, pudo ascender a través de su inteligencia y compromiso, que nos legó el verdadero valor de la imagen, más allá de su valor comercial, merece la pena ser recordada.  La invitación estás hecha, por mi parte, ya aprendí a amarla. Honrar su legado, debe ser una manera de rendirle tributo.  Hagámoslo, pues, más en esta época en la cual debemos pensar que y quien  es sombra y sustancia.



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