Public Project
Each time the sun rises
Summary
Youngsters from impoverished sectors of Quito, from violent and substance-abusing backgrounds, have confronted the pandemic by enrolling in a free and in-person educational program that offers professional titles as artisans. For them, building a life project has been a challenge always, but now, this task has become harder than ever.
They are between 16 and 22 years old. They come from economically impoverished backgrounds, generally exposed to conditions of violence, substance abuse and at risk of assuming street life. Although many have not finished school, the workshops have helped to rekindle their desire to do so. These trainings involve a permanent therapeutic work where the objective is not only to get them away from the streets, but also to recognize them as social actors, owners of their lives.
Their processes involve hard work in the difficult contexts in which they live, but today their struggle has become more complex by the global pandemic. In Ecuador, this crisis has exacerbated the economic, social and educational gaps between social classes. Today, more than ever, it is necessary for these young people to build a life project even though the future looks uncertain.
Desde septiembre de 2020, diez jóvenes de la ciudad de Quito (Ecuador) acuden todas las mañanas, de lunes a viernes, a recibir capacitaciones gratuitas en las ramas de carpintería, pastelería, y corte y confección en la Fundación Sol de Primavera. A pesar de la pandemia global, estas chicas y chicos buscan completar los dos años de formación que les otorgará un título profesional de artesanos en sus respectivas ramas.
Son jóvenes, de entre 16 y 22 años de edad, que provienen de contextos económicamente empobrecidos, generalmente expuestos a condiciones de violencia, abuso de sustancias y en riesgo de asumir vida de calle. Aunque muchos no han terminado el colegio, los talleres han colaborado a que su voluntad de hacerlo renazca. Estas capacitaciones involucran un permanente trabajo terapéutico donde el objetivo no es solo alejarlos de las calles, sino que se reconozcan como actores sociales, dueños de sus vidas.
Este proceso lo enfrentan ellos y muchos más jóvenes que han acudido a la Fundación desde que abrió sus puertas en 1997. Si bien este proceso representa un arduo trabajo en los contextos difíciles en los que viven, ahora se ha vuelto más complejo por la pandemia global que ha agudizado las crisis económicas, sociales y educativas que ya estos jóvenes venían atravesando. Hoy, más que nunca, es necesario que construyan un proyecto de vida a pesar que el futuro luzca incierto.
Son jóvenes, de entre 16 y 22 años de edad, que provienen de contextos económicamente empobrecidos, generalmente expuestos a condiciones de violencia, abuso de sustancias y en riesgo de asumir vida de calle. Aunque muchos no han terminado el colegio, los talleres han colaborado a que su voluntad de hacerlo renazca. Estas capacitaciones involucran un permanente trabajo terapéutico donde el objetivo no es solo alejarlos de las calles, sino que se reconozcan como actores sociales, dueños de sus vidas.
Este proceso lo enfrentan ellos y muchos más jóvenes que han acudido a la Fundación desde que abrió sus puertas en 1997. Si bien este proceso representa un arduo trabajo en los contextos difíciles en los que viven, ahora se ha vuelto más complejo por la pandemia global que ha agudizado las crisis económicas, sociales y educativas que ya estos jóvenes venían atravesando. Hoy, más que nunca, es necesario que construyan un proyecto de vida a pesar que el futuro luzca incierto.
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