La oferta de la ciudad se caracteriza por su patrimonio, que se basa en una amplia variedad de opciones. Es la excusa ideal para visitarla, especialmente debido a sus experiencias evocadoras y llenas de romanticismo, que atraen a los visitantes extranjeros y generan una inversión significativa en la ciudad. Esta inversión se traduce en empleo digno para los habitantes locales.
Los espacios de la ciudad conectan emociones y evocan una esencia histórica.
En los últimos 20 años, la arquitectura ha logrado estabilizarse gracias a un centro histórico que se ha conservado y recuperado mediante normas exigentes. Estas normativas buscan el reconocimiento y el respeto de las estructuras originales, adaptándolas a los usos contemporáneos en los servicios de alojamiento hotelero y oferta gastronómica. De esta manera, la ciudad se ha convertido en un atractivo polo tanto para ciudadanos extranjeros como para los locales, quienes desean invertir en un capital histórico. La mayoría de las casas antiguas se han recuperado y se mantienen con multas turísticas.
Aunque algunos críticos consideran que esta inversión desenfrenada ha sido catastrófica, en realidad ha sido un proceso democrático y viable para preservar y recuperar lo que en algún momento de la historia estaba desvaneciéndose. Dado el tamaño de las infraestructuras, muchas de las casas resultaron difíciles de conservar, lo que llevó a un proceso de gentrificación que afectó en cierta medida a los cimientos identitarios del centro histórico. Muchos habitantes originales se vieron presionados por el mercado inmobiliario y por la renovación que implicaba transformar los usos y darle una nueva imagen al barrio.
Con el tiempo, esta motivación turística ha encarecido el centro histórico, convirtiéndolo en un destino predilecto de élite. Ofrece una amplia gama de alojamientos y hoteles boutique de alta calidad, lo que le ha dado un toque de glamour al turismo en Cartagena ya su centro patrimonial.
Este largo proceso ha llevado a una tendencia creciente de restauración de estas imponentes infraestructuras, en su mayoría casas y edificios institucionales que habían quedado detenidos en el tiempo. Muchos de ellos han sido modificados e intervenidos sin los permisos necesarios, a través de mecanismos corruptos que amenazan la declaratoria de la Unesco, que exige preservar la esencia y estética estructural de los edificios intervenidos.
A pesar de ser un proceso largo y costoso, muchas de las casas han sido intervenidas satisfactoriamente y ahora ofrecen una experiencia única. Los visitantes pueden disfrutar de una infraestructura patrimonial de alta calidad con decoración y ambientación contemporánea, que brinda comodidad y evoca el estilo deseado. Esto es similar al esplendor que ostentaba la antigua ciudad en sus mejores años dorados.