En Venezuela, estado Yaracuy a las afueras del pueblo de Chivacoa se encuentra la montaña de Sorte, en este luga, los 12 de octubre de cada año los cuerpos de los devotos se transforman en auténticos recipientes para los espíritus que vagan en el universo. Este fenómeno espiritual, en el que la energía musical resuena a través de los tambores, se manifiesta como un vínculo profundo entre la tierra y el mundo etéreo. La fe de los participantes no solo actúa como motor de esta conexión, sino que también permite que los espíritus de indígenas que lucharon por las tierras venezolanas se manifiesten a través de los medios.
El baile en candela es, sin lugar a dudas, una de las ceremonias más significativas dentro del culto a María Lionza. Esta celebración no es producto de la improvisación; cada uno de los participantes ha dedicado años a su preparación para poder rendir homenaje a su diosa de manera digna. La danza es un acto de resistencia y una demostración de integridad que trasciende los límites del mundo físico. A través del fuego, los médiums se enfrentan no solo a un desafío físico, sino a una prueba espiritual que refleja su vínculo con las fuerzas ancestrales.
Durante esta ceremonia, el contacto con el fuego se convierte en un símbolo de la firmeza y el compromiso del medio. Una quemadura durante la celebración puede interpretarse no solo como un castigo, sino también como un indicativo de una preparación insuficiente para experimentar la intensidad del acto ritual. Así, el baile en candela no solo es un acto de fe, sino también una representación palpable de la resistencia humana ante lo sobrenatural.
La montaña de Sorte, con su poderosa energía espiritual, se erige como un lugar sagrado donde lo terrenal y lo espiritual convergen. En esta intersección, los devotos experimentan un viaje transformador que reafirma sus creencias y su conexión con su herencia cultural. En definitiva, el baile en candela es más que una ceremonia; es una celebración de resistencia, espiritualidad y un tributo vibrante a los ancestros que viven en la memoria colectiva de Venezuela.
