La Esperanza.
Para los habitantes de La Esperanza, un pequeño pueblo Nahua, ubicado en en el centro de Guerrero, el tiempo camina por los primeros días de mayo, los pobladores de esta comunidad predominantemente agrícola, alistan cruces de madera; Este signo es un canal entre lo terrenal y lo divino, pues saben que estas fungirán como intercesoras entre ellos y los dioses que serán invocados cuando se celebre “La petición de lluvias”.
Dicha actividad, que dura cerca de cuatro días, es concebida por la propia gente como una fiesta tradicional; pues significa la oportunidad de comunicarse con las deidades prehispánicas y católicas. Es decir, la ceremonia permite implorar a entidades espirituales como El Padre, como le llaman a Dios, y dedicarle ofrendas a cambio de lluvias para bañar las cosechas.
Los rituales inician con la llegada del mes. Mediante una votación, se elige a los padrinos quienes, junto con Martín Tepec, comisario del pueblo, serán anfitriones durante la festividad.
Asimismo, se matan los animales que servirán para preparar los guisos con la que se alimentará a la comunidad, así como a los invitados que arriben a la casa de la referida autoridad. Llegada la hora de la comida, las viandas suelen acompañarse con mezcal.
También, es costumbre que todos juntos se dirijan a él lugar dónde se colocan “La cruces”, en un pequeño cerro donde tendrán lugar los rezos y ofrecimientos con miras a conseguir el favor de las divinidades.
En el trayecto, además de gente danzando en las calles al ritmo de la música típica, es común ver a las mujeres ataviadas de “Acátecas”, portando el traje tradicional de gala que se viste para las fiestas. Por su parte, los hombres llevan los animales que serán sacrificados a manera de ofrenda; por lo que mirar las plumas de un guajolote asomarse por encima del borde un cesto, es una estampa habitual.
Concluida la visita al cerro, el atardecer anuncia que es momento de efectuar otro ritual de petición: las peleas; cuyo objetivo es otorgar a los dioses y a la tierra una gota de sangre, a cambio de una de lluvia.
Durante los encuentros, decenas de curiosos forman una circunferencia que hace la función de ring, y, en vez de una lona, es la aridez de la milpa la que espera ansiosa la ofrenda.
Por turnos, un habitante de La Esperanza desafía a un contrincante que, normalmente, proviene de un pueblo vecino. Aceptado el reto, junto con la algarabía de los espectadores, comienza el intercambio de puñetazos y golpes, mismos que cesan hasta hacer brotar el esperado líquido vital. Una vez que de un labio o ceja rotos ha emanado, los peleadores se dan la mano, se retiran y dan paso al siguiente combate.
Atraídos por el calor del alboroto, los efectos del mezcal y los deseos de satisfacer a “los de arriba”, un nuevo par de oponente se enfrenta: dos hombres, dos mujeres, e incluso, dos niños pasan al centro del “cuadrilátero” humano. Si entre ellos hubiera una rencilla de antaño, la ocasión representa el momento de apaciguarla.
Llegada la noche, del cuarto dia de fiesta la gente retorna a su hogar, dispuesta a descansar; ya que se requiere recargar energía para ir al los campos a cosechar el maíz.
Para los habitantes de La esperanza, la pandemia por Covid-19 no ha significado un impedimento para mantener la tradición. Tanto en 2020, como este año, cumplieron el mandato que los impulsa a confiar que por lo menos un año más llegará comida a sus mesas.
En charla con el Comisario, El comisario del pueblo habla sobre la problemática que vive Guerrero desde tiempo atrás. Sus percepciones no están nada alejadas con la realidad: Guerrero es el segundo estado considerado entre los más pobres de la República Mexicana.
Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el estado destaca por la cantidad de personas pobres en relación con la población total de la entidad. En algunos puntos se enfrenta falta de infraestructura pública, como drenaje o carreteras; también existe carencia de servicios públicos, como el de salud, pues en algunas comunidades no existen centros de salud cercanos ni doctores que puedan atender a los ciudadanos ante cualquier emergencia. Aunado a esto, Guerrero que ha sido uno de los territorio más golpeados por la violencia que se vive en este país.